miércoles, 23 de febrero de 2011

Parte I: Un problema común en la familia de hoy: A LOS HIJOS

"Y amaba Israel a José más que todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente" (Génesis 37:3-4).

¿Esta situación le parece familiar? En la parte I: El corazón de Caín en la familia de hoy explicamos que los celos afectan porque sentimos que la persona que amamos pone su interés en otra cosa o persona que no es uno. Los celos no se justifican, pues son un mal del corazón, pero se pueden dar porque simplemente sospechamos o porque vemos algo que lo provoca.

En el caso de Caín, el entendió que el hecho de que Dios no recibiera su ofrenda era porque amaba más a Abel. Lo cual no es cierto, porque 1Juan 3:12 explica que el problema radicaba en que las obras de Caín eran malas. Pero en el caso de los hermanos de José, los celos se presentaron por evidencias palpables. Israel no ocultaba la preferencia que tenía por José, él entonces hijo menor que había tenido en su vejez. Incluso le daba obsequios especiales y de valor.

Debemos acercarnos a esta historia desde dos puntos de vista. El punto de vista del hijo y el del padre. En esta entrada queremos enfocarnos el la perspectiva del hijo en una situación familiar como ésta. Hijo, si estás pasando por esta problemática, atiende este consejo.

AL HIJO:
Como hijo yo no puedo depender de la aceptación de otros para mantener mi estima propia. El valor que tengo no depende de que los otros me quieran, me valoren, me acepten, incluso que me amen. De hecho el Salmo 27:10 expresa: "Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá." Por lo tanto, nunca permitas que elementos externos afecten tu estima propia y todo aquello que te lastime ponlo en oración con corazón sincero y Dios enjugará tus lágrimas y te sanará.

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